Entrevista a Merángel Trujillo: Toda una experta en el arte de la diplomacia.
- Nataly Carvajal Roa - Al Jazeera
- 19 abr 2015
- 6 Min. de lectura

Ya culminada la primera preparaduría de los jóvenes del Modelo de las Naciones Unidas de la Universidad Católica del Táchira UCATMUN, todos los miembros de la sala de prensa nos dispersamos para realizar las actividades periodísticas de nuestra preferencia.
Merángel Trujillo, especialista en el área de diplomacia y protocolo, y a su vez, licenciada en inglés, jubilada del Ministerio de Relaciones Exteriores, y asimilada a la carrera diplomática, en la cual se desempeñó como suplente del embajador de Venezuela en Costa Rica, dedicó una interesante ponencia a los participantes para estimularles a perder el miedo escénico y a comportarse a la altura de la situación que requiere dicho evento.
Al salir del auditorio, le hallé conversando con varios muchachos mientras encendía un cigarrillo para distraerse un poco.
¿Cómo le ha parecido el desarrollo de la IV edición de UCATMUN comparada con el modelo del año pasado?
Pues la verdad, el año pasado estuve si se quiere como observadora. Sin embargo, este año, uno de los participantes, es mi hijo, y gracias a él he tenido la oportunidad de hacer un seguimiento más profundo. Me parece que es muy importante lo que les expliqué en el auditorio, acerca de tomar posesión total de la cultura, costumbres y conocimientos del país que eligieron o les asignaron. Hay que desprenderse del propio nombre, para poder estar ubicados en el contexto que el evento requiere. Debe entenderse que cada representante tiene la responsabilidad de llevar a buen término las relaciones no sólo sociales y políticas, sino también económicas del país que representan. Si todos proceden de esta manera, el desarrollo de este modelo será un éxito. De hecho, en este modelo noto más amor y más compromiso, que pueden servir para llegar a la excelencia. Hay que tener en cuenta que nadie va a hablar de ustedes en forma individual, aquí no se va a hablar de “Pedro Pérez”, no, aquí se va a hablar del grupo de estudiantes de la Universidad Católica del Táchira, es el nombre de la universidad que estará en juego. Todo esto es un crecimiento, pero ustedes pueden dar más.
Según usted ¿Qué tan enriquecedora puede resultar esta experiencia para los participantes del modelo de las Naciones Unidas de la Frontera UCATMUN?
Pues yo creo que esto les favorece para ser más responsables, en la medida en que tienes una tarea que hacer. Te haces responsable, porque estás dedicando tu tiempo a algo que no te van a evaluar de cero a veinte. Es una responsabilidad autoimpuesta, y eso te ayuda a superarte, teniendo en cuenta que si quieres participar en el próximo modelo, lo harás mucho mejor.
¿Cómo llegó usted a desempeñarse en la Embajada de Costa Rica?
Bien, yo llegué en el año 83, yo formaba parte del equipo de traductores que tenía la Dirección de Fronteras en ese momento, esa oficina pertenecía a la Cancillería. Nosotros traducíamos todos los convenios, acuerdos y tratados fronterizos que tenía Venezuela con Trinidad y Tobago con Brasil y con Colombia, que estaban escritos en inglés y había que traducirlos. Luego paso a la Dirección de Protocolo. Cuando yo estaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores, me asignaron el cargo de segundo secretario, eso es ser entre comillas un suplente. Para ese momento el embajador se ausentaba de vez en cuando, y decidió dejar a cargo al funcionario que tuviera el mayor rango, y en ese momento, el mayor rango lo tenía yo. Para mí fue un impacto total, pero mi embajador me dijo que él confiaba en mis capacidades y que creía que yo era la indicada para esa responsabilidad. Entonces, ni modo, yo decidí hacer como dice alguien que yo conozco: Uno debe ser del tamaño de las circunstancias que se le presentan.
¿Alguna vez soñó con ocupar un cargo como ese?
¡Para nada! Nunca me lo imaginé. De momento fue tan abrumador que hasta le dije al embajador que yo no podría ocupar ese cargo, lo único que él respondió fue. ¿Por qué no, si la única funcionaria diplomática que hay aquí es usted? Y bueno, después de pensar con toda la mezcla de emoción y miedo, me fui al baño, lloré y decidí aceptar. Sin embargo descubrí que me encantaba, muchas veces duré hasta quince días sin tener un día libre, pero yo me lo disfrutaba, me sentía como pez en el agua. Aprendí que hay que conocer las distintas aristas de cada noticia, no te puedes quedar con una sola verdad. Lo peor que puede hacer un diplomático es aseverar algo, sin tener pruebas fehacientes. Y eso va para la vida cotidiana.
¿Qué significado tuvo para usted esta experiencia?
¡Invaluable! No tengo medida para calificar el bagaje y la gran experiencia que todo eso me pudo dejar. Fue lo mejor que me pudo suceder, porque yo me dediqué absolutamente a aprender. Mi primer desempeño diplomático fue en la sección consular, yo era la encargada de resolver los trámites de todos los venezolanos que llegaban, importaciones, actas de nacimiento, impuestos consulares entre otros. Fue desde ahí que aprendí a manejar la diplomacia. Mi embajador me decía: “Usted tiene que ser poeta a la hora de hablar y más poeta a la hora de escribir” Y terminé de adoptar ese papel y esa postura, aprender a decir que no, sin que alguien se dé cuenta. Yo aprendí y aprendí bien, no fue fácil, me equivoqué, descubrí muchas cosas. Me costó un poco porque mi carácter me lleva a ser muy directa, pero lo logré.
¿Qué es lo bueno y lo malo de haber vivido esa experiencia?
Lo bueno…Muchas cosas, entre esas el aprendizaje tan grande, la capacidad de adaptación que desarrollé a mi nuevo entorno y sus costumbres, sobre todo crecer como ser humano. Conocí tantas personas, y esa “variopinta” de personajes con sus culturas tan diferentes. Hubo gente que me abordaba preguntándome donde vendían arepas, y yo tenía que enviarlos a la mejor arepera de Caracas, porque de eso se trataba, de un intercambio cultural. Algo que quizás a nosotros puede parecernos tan absurdo, es de suma importancia, porque a eso vienen, a conocernos, del mismo modo que uno va a su país a conocer la cultura de ellos. Cuando llegué a Costa Rica me dijeron: ¡Aquí no hay arepas! Aquí se come tortilla y pan. Sin ningún problema me adapté rápidamente, porque yo iba a aprender, no a criticar. Lo malo, yo creo que se remonta a estos últimos 16 años de vida en Venezuela, te digo, nuestro país ocupaba el quinto lugar en materia diplomática a nivel mundial.
¿Hay alguna experiencia o anécdota que la haya marcado particularmente?
Realmente tuve tres, pero una de ellas fue la más difícil. Justo cuando se había ido el embajador a una de sus vacaciones, eso fue por allá en 1994. Recuerdo que se suscitó una situación de varios atracos consecutivos, que incluían varias muertes. Eso llama la atención de la Policía Judicial de Costa Rica. Para infortunio mío, yo estaba en mi apartamento aquel domingo en la mañana, ni siquiera me había levantado, y me llamaron por teléfono a decirme que leyera la prensa. Cuando bajo a buscar el periódico, descubro que los autores materiales de esos crímenes eran venezolanos. En seguida pensé ¿Por qué a mí? ¿Por qué no a otro? ¿Por qué no esperaron a que llegara de vacaciones el embajador? Automáticamente tuve que hacer contacto con la Cancillería de Costa Rica, al Organismo de Investigación Judicial costarricense, y esperar cualquier cantidad de llamadas que me hicieran desde Caracas, no sólo a mi casa sino a la embajada. Fue tanta la presión que hubo cuando apresaron a esos venezolanos, que desde Caracas llegó su abogado defensor a la sede de la embajada. Esos reclusos habían hecho llegar amenazas a todos los que estuvieran involucrados en ese caso, obviamente una de tantas personas involucradas era yo. Me pusieron vigilantes en la embajada, en mi casa, si yo quería salir a comer con mi esposo, debía notificarlo primero y esperar que hicieran una red de protección para nosotros. La Cancillería me brindó todo su apoyo, y desde Caracas me consideraron bastante para que todo llegara a feliz término, y la solución fue expulsar a los reclusos de Costa Rica, garantizando la protección de sus derechos humanos. Era más fácil expulsarlos que deportarlos porque eso implicaba un trámite mucho más largo. Uno de los argumentos empleados es que ellos entraron a Costa Rica con pasaportes falsos. Se logró solucionar todo efectivamente, negociado entre los dos países, sin romper ninguna norma del derecho internacional.
¿Qué recomendaciones le da usted a los miembros de Sala de Prensa UCATMUN?
Primeramente que sepan cómo abordar a un entrevistado, que sepan comportarse a la altura, manejando un buen léxico y unos buenos modales. Otra cosa también es tratar de investigar un poco antes acerca del entrevistado, para que la entrevista fluya con más facilidad y tratar de conservar la coherencia en las preguntas.
Nataly Carvajal Roa
Corresponsal de Al Jazeera
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